domingo, julio 05, 2009

La gastronomía se va de vacaciones por San Fermín

Cabezudo y Zaldiko
En unas horas, la plácida, pudorosa y sosa ciudad de Pamplona, se sonrojará una vez más, cuando al explotar el cohete del chupinazo, medio planeta la esté observando. A Pamplona, vanidosa ella, le gusta convertirse en el centro de la fiesta, sentirse como cuando Betty la fea se pone a buenorrísima y todo el mundo la mira con admiración. Después vendrán las vacaciones y a la vuelta, le habrá salido de nuevo bigote y entrecejo, y ya nadie la mirará con frenesí.

Pero durante nueve días, todo el mundo va a desearla y de eso, es de lo que se trata. En un ataque de promiscuidad, la ciudad acogerá a cientos de miles de forasteros, con los que participará de una intensa orgia de alcohol y diversión. Pamplona será todo lo golfa que prometió Ernest Hemingway, ese proxeneta con pinta de Papa Noel estival, y entre gemidos de placer, la gastronomía navarra sufrirá una crisis aguda de trastorno bipolar de la personalidad.
Jaime del Niza

Si durante el año nos ponemos las alcachofas por peinetas, y abrazamos tiernamente a cordericos, en pleno delirio gastrochovinista, durante los Sanfermines la alimentación, se convierte en un acto instintivo de pura supervivencia. Las fantásticas barras de pintxos de los bares del Casco Viejo, desaparecen para ofrecer patéticos productos, hijos bastardos de un mal polvo entre la 5ª gama y del Capitán Pescanova. Los restaurantes cambian sus cartas para, bien ofrecer platos cómodos para los sobreexplotados cocineros, o bien para inflamar los precios de la carta, con la simpática intención de saquear a sus clientes.


Durante estos días nuestra cocina sufre una regresión a la cocina de madre, a la veneración del almuercico, y a una alta ingesta de grasas, que protegerán el estómago y nos dejarán el hígado como el foie-gras. Ajoarriero, magras de jamón con tomate, huevos fritos con patatas, txistorra y panceta, y para los más afortunados, con una matriarca dedicada al avituallamiento gourmet, estofado de toro de lidia, pochas, gorrín asado, menestras y pimienticos rellenos. Estos son los platos que se pueden degustar en sociedades gastronómicas, peñas, algún restaurante honesto o en cocinas particulares, los únicos lugares donde se puede comer con cierta dignidad estos días.
Atraco en Windsor
En la jungla hostelera del centro de la ciudad, encontrar equilibro entre calidad y precio, se convierte en un deporte de riesgo, sobre todo si no formas parte de la masonería gastronómica de sociedades o peñas, que tiene la buena costumbre de cuidar de sus miembros, ofreciéndoles alimento y cobijo, en el refrescante subsuelo de la ciudad. Si practicamos la modalidad del poteo, nos encontraremos con los recurrentes “fritos”. Croquetas, tigres, jamón y queso, o la especialidad local, el frito de pimiento, son junto a rabas, banderillas y gildas, la oferta de la mayoría de los bares. Mucho cuidadito con lo que se pide y donde se pide, las sorpresas al pedir la cuenta pueden ser mayúsculas. La foto corresponde al atraco perpetrado el año pasado en el Bar Windsor, de la Plaza del Castillo, al pedir tres cachis de cerveza (750 ml.), un botellín de cerveza y 21 fritos variados… 107,50 €!!


Un fenómeno digno de estudio, son los repugnantes puestos ilegales y callejeros que surgen en las estrechas calles de lo viejo, que con nocturnidad y alevosía, entre meadas y vómitos, ofrecen bocadillos recién hechos de txistorra, tocino, lomo o lo que quiera Dios que ofrezcan. La higiene brilla por su ausencia y los productos que utilizan no ofrecen ningún tipo de garantía sanitaria. A pesar de todos los intentos llevados por el Ayto. estas ladillas gastronómicas están bien agarradas al pelo púbico de los Sanfermines.
Puesto de Perrito Bravo
La jauría Perritos bravos de sueltos por la ciudad, es una interesante opción para darle trabajo al intestino. Puestos itinerantes que ofrecen salchichas y txistorra, de excelente calidad y, a un precio razonable. Merece la pena buscarlos y disfrutar de un perrito de forma improvisada en mitad de calle. Otra opción muy socorrida son los bocadillos, que hasta hace unos años se podían comer a muy buen precio en las txoznas (puestos de asociaciones culturares y políticas, a precios muy populares). Desde que desaparecieron, por imperativo municipal, los precios de los bocatas se dispararon, en la misma proporción que bajó su calidad.
Perrito Bravo
Dentro de la aventura que supone comer bien en Sanfermines, recomiendo las rabas del Mesón de la Navarrería, el moscovita (frito de huevo cocido, queso emmental y jamón serrano) del Bar Temple, los pintxos del Baserri, y los bocadillos de tortilla de patata del Gaucho (además de sus fritos), o los de la carnicería de la calle Comedias. Para un buen almuerzo o para cenar de mantel, antes de los fuegos artificiales, El Café de Baluarte. Y si el presupuesto lo permite, los siempre infalibles restaurantes Rodero y Enekorri.
Garbancita y su sobri, os desean felices fiestas!
La gastronomía navarra se va nueve días de vacaciones. Y lo peor de todo, es que posiblemente, nadie la echará de menos.


¡Felices fiestas y gora San Fermín!


Programa de fiestas de San Fermín

6 comentarios:

Doña Col dijo...

Dios!!! vaya paisaje desolado que pintas...
Vamos, que los colicosos como yo tenemos vetado Pamplona esos días si no quieres sufrir un colapso besicular agudo...
Pásalo muy bien y disfruta muuuuuuuuuuuucho!!!

Carlos Dube dijo...

Curiosa información la que nos cuentas, es como la cara B de unas de las mejores fiestas del mundo. No viene mal saberlo. Todo ello compensado con el ambientazo que hay claro. De todas formas, tu guía de pequeños rincones servirá a más de uno. ¡Ese perrito tiene muy buena pinta!. Un saludo.

jose dijo...

Completamente de acuerdo, todos los años me toca ir por curro en estas fechas y cobran un suplemento al menú del día incluso en pueblecitos a varios kilómetros, estoy por llevarme un bocata de casa...
Aparte de esta anécdota, ¡Felices Fiestas!

garbancita dijo...

Doña Col, alguna ensalada y algo de comida liviana encontrarás. Ahora, que la Pamplona Gastronómica que tú conoces, no la verás ni en pintura.

Carlos, la fiesta es tan, pero tan bestial que no se puede atender el factor gastronómico. Todos los locales multiplican sus camareros, y aún con todo, muchos no dan a basto. Hay que entender que una fiesta así tenga sus puntos flacos. De todas formas lo más encandaloso, son los precios. Se podría escribir un libro con anécdotas de ese tipo.

Jose veo que has vivido en tus propias carnes el negocio que son los Sanfermines. Aquí todos aprovechan para pasar la boina, y como hay tantísima gente, alguien pagará lo que tú no estes dispuesto a pagar.

Besotes a todos y viva San Fermín!

Anónimo dijo...

Hola a todos,

Aunque hay parte de tu visión de los Sanfermines en la que estoy de acuerdo (la relativa a los precios y la relacion calida-precio en algunos establecimientos) no estoy de acuerdo en el resto.

Creo que los Sanfermines nos sirven de excusa a los navarros para volver a degustar los platos de la cocina tradicional navarra (si, la de las madres y abuelas) de la forma tradicional de siempre. El bonito con tomate, las pochas con guindillas, el estofado de toro de lidia (que el resto del año no está disponible con tanta facilidad), las magras con tomate, el ajoarriero... Me parece que en casi todas las casas, y especialmente en las tardes taurinas an la Monumental de Pamplona, tanto en sombra (más recatados y "al uso") como en sol, se rinde un pequeño homenaje a la gastronomía tradicional navarra. Esa que por muchas novedades que queramos introducir en nuestra cocina, no podemos olvidar, porque sobre todo, es de donde venimos, y lo que se hereda de padres (o de madres) a hijos e hijas.

Estos días son los únicos del año en los que mucha gente come ajoarriero, o pochas. Si, es triste, pero es así.

Y aunque es cierto que los bares y restaurantes reducen su variedad de productos, creo que como todo en Sanfermines, lo importante está en la calle, en lo que la gente cocina y come. En los toros, en los almuerzos en la calle, en las comidas de peña, en las comidas familiares y en todas las ocasiones que se preste. Porque también es cierto, que Sanfermin significa estar todo el día "en un pienso". Nos lo dirá sobre todo a partir de mañana la báscula...

Asi que reivindico la gastronomía sanferminera, la de guiso y plato, la de siempre, la que nos han enseñado generación tras generación. Y regada por supuesto con los muchos y variados vinos navarros.

Y dicho esto, enhorabuena por el blog y por el premio, y gracias por compartir tus experiencias con nosotros.


Un saludo y espero que hayas disfrutado de las fiestas. ¡¡Ya falta menos!!


Itziar

garbancita dijo...

Creo Itziar que estamos más de acuerdo de lo tú que puedas pensar. Coincidimos en lo que dices sobre la comida de madre (precisamente lo cito de esa forma en texto) a la que se vuelve en los días de Sanfermines.

Pero hay pensar, que ese tipo de comida no está al alcance de cualquiera por muchos motivos. Para el forastero y para muchos pamplonicas incluso, la gastronomía navarra no es accesible porque no pertenecen a una peña, porque no tienen una madre que perpetue los platos tradicionales de las fiestas o simplemente porque el vivir las fiestas de noche, hace que sea imposible acceder a comida decente.

También hay que aplicar una óptica diferente a la nuestra, en la que todo está normalizado. Porque en los toros se puede merendar de puturrú, pero si lo ve alguien de fuera, pensará que es una auténtica guarrada comer así, aunque te estés comiendo el mejor manjar del mundo.

En general, la gastronomía que se puede encontrar en Sanfermines está muy lejos de la categoría que tiene el resto del año. Aunque por supuesto haya quien coma igual o incluso mejor que el resto del año.

Gracias por tus felicitaciones.

Un beso ;)