Hace unos días pasaba por Navarra la comitiva de la Ruta Amstel Oro, una diversa cuadrilla formada por los ganadores del concurso "Acertar es extraordinario" y varios bloggers que les acompañaban durante un viaje que, a lo largo de cuatro jornadas, les llevaría a recorrer varios puntos calientes gastronómicos de la península. Me invitaron a participar en una de las actividades programadas en Navarra y me apunté al grupo.
Aprovechando los últimos días de recolección del espárrago blanco, visitamos las instalaciones de Conservas El Navarrico, míticas por ser los elaboradores de los famosos espárragos cojonudos. Lo cierto es que Navarra es una tierra de gran tradición conservera, no sólo a nivel industrial, si no a nivel doméstico. Es muy habitual que en todas las casas se elaboren conservas, especialmente en verano, ya que, al ser una comunidad muy rural, muchos de nosotros tenemos huerta y aprovechamos los momentos culminantes, especialmente del tomate, para embotar para el resto del año. También es muy frecuente hacer conservas de pescado cuando llega la temporada del atún, tanto en casa como en fábricas. Así que en general estamos muy bien surtidos a lo largo del año.
También hay mucha costumbre de ir a comprar directamente a las conserveras, a "precio de fábrica". Recuerdo que un par de veces al año mis padres nos llevaban a comprar conservas a la Ribera de Navarra, a Mendavia si no recuerdo mal, de forma que en la despensa siempre había latas de todo tipo de verduras. Creo que ni en casa de mis padres, ni en la mía, ni en la de mi hermano ha faltado jamás una lata de pimientos, espárragos y alcachofas. Siempre están ahí, para un roto o para un descosido, para una emergencia y para cuando no te apetece cocinar.
Por eso me pareció muy buena idea que los ganadores de la Ruta Amstel y su séquito conocieran esta faceta de la empresa agroalimentaria navarra. Creo que es algo muy identitario y de lo que posiblemente no hacemos gala lo suficiente, porque lo cierto es que a los navarros nos gusta muchísimo la verdura, tanto fresca como en conserva. Además, Patxi Navarro nos agasajó con una comida en su txoko particular, elaborada a base de conservas de El Navarrico. Una forma muy didáctica de poner en valor la versatilidad, facilidad y creatividad de las conservas.
Me despedí de los amigos de la Ruta Amstel Oro, que partían hacía tierras catalanas para seguir disfrutando de las virtudes gastronómicas de otros destinos. ¡Un placer y hasta pronto!
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