Los espárragos blancos eran un artículo de lujo en el siglo XVII, posiblemente por ser un alimento poco calórico apropiado para gentes pudientes bien alimentadas. Figura mucho en bodegones, especialmente en los de Adriaen Coorte, que tenía una especial fijación por retratar manojos de espárragos como protagonistas exclusivos en sus cuadros.
Hoy a Adriaen Coorte le diagnosticarían una neurosis como la copa de un pino...
A partir de aquí vemos coincidir, reiteradamente, dos productos que coinciden por estar en plena temporada: espárragos y fresas
Es curioso como los espárragos frescos de Adriaen Coorte son exclusivamente blancos. Aunque se pueden percibir matices verdes y morados, habituales cuando un espárrago comienza a hacer la fotosíntesis por el sol, parece que lo aristocrático era comerlos cuanto más blancos mejor, al igual que sucedía con el pan.