miércoles, febrero 10, 2016

El tío de la antena y la sinestesia culinaria

No tenía ninguna intención de escribir sobre el famoso tío de la antena de Madrid Fusión, básicamente porque no asistí a la ponencia en la que Jordi Roca presentaba, junto a Neil Harbisson (el tío de la antena), el proyecto culinario-sonoro “Tocaplatos”. Sí que me tropecé un par de veces con él durante el congreso y pensé, con una sonrisa un tanto irónica, en las pintas de friki del tipo y en lo poco que les pegaba a los Roca un colaborador así. Pero ellos nunca dan puntada sin hilo, así que decidí dedicar un rato a investigar el proyecto y no quedarme con una opinión frívola y superficial.

Comencé a tirar de un hilo que me llevó a una serie de temas que relacionados con la neurociencia (tema que me apasiona) para llegar a un planteamiento bastante trasgresor sobre los sentidos y la gastronomía. Os aviso que el texto va ser largo, pero creo que merece la pena llegar al final, sobre todo porque me interesa vuestra opinión ;)

Para los que no sepan de qué estoy hablando, os pongo al día. En la pasada edición de Madrid Fusión Jordi Roca llevó al escenario, en su ponencia “La música de los sabores”,  a un curioso personaje llamado Neil Harbisson que tiene la peculiaridad de llevar una antena en la cabeza. Ese dispositivo tiene como finalidad ayudar a Neil, que no puede ver los colores por culpa de una enfermedad llamada acromatopsia, a captar esos colores y traducirlos a sonidos para que su cerebro los pueda interpretar. Una cámara, un chip con un software que traduce color a sonido y un dispositivo de conducción ósea que le permite escuchar el sonido a través de sus huesos, ese sería más o menos el ingenio de Harbisson. La cámara capta un color que tiene una frecuencia determinada de luz, que a su vez equivale a una nota musical y que es lo que llega a la cabeza de Harbisson. Así que cuando él ve un tomate, en su cabeza suena la nota fa o cuando ve un limón suena sol.

Aquí tenéis reportajes, entrevistas y charlas de Neil Harbisson, en las que explica los motivos para desarrollar este artilugio que le ha convertido en el primer ciborg  reconocido legalmente del mundo


Usando esa tecnología Neil y Jordi Roca han desarrollado el cromáfono, o Tocaplatos, que tiene como finalidad traducir a sonidos una composición/elaboración culinaria que va girando sobre un plato delante de una cámara como la de Harbisson. Dicho de otra forma, la idea es preparar platos que contengan colores dispuestos de tal forma que, al verlos pasar con la antena, la receta se traduzca en una agradable melodía, de forma que se incorpora un sentido más a la experiencia gastronómica.
 
Podéis ver el chisme en funcionamiento a partir del segundo 50 de este vídeo.

Y ahí fue cuando me acordé de mi fascinación por la sinestesia y vi la clara relación entre su experimento y la posibilidad de poder activar dos o más sentidos a través de un solo canal sensorial.  Descubrí ese fenómeno por una canción de uno de mis grupos favoritos de la adolescencia, “El hombre que confundía los sentidos” de Los flechazos, en la que hablaba de un tipo que podía oler la televisión y saber el gusto de una canción. Me pareció curioso, lo investigué y resulto que esa capacidad existe y se llama sinestesia. Desde entonces me apasiona el tema y he descubierto que existen personas con cualidades alucinantes a ese respecto. ¿Os podéis imaginar qué supone poder paladear el número Pi? ¿O ver los ladridos de un perro como triángulos azules flotando sobre su cabeza?

No se trata de una enfermedad, sino de una condición neuronal que afecta a una de cada dos mil personas, con más incidencia en mujeres que en hombres y con mayor frecuencia en zurdos. Se trata de percepciones reales, no imaginaciones, son involuntarias y las asociaciones son específicas, duraderas y persistentes en cada sinestésico (cada persona con sinestesia verá un color determinado asociado a un número, o un sabor a una forma geométrica).

Para que os hagáis una idea, así es cómo vería, aproximadamente, una persona con sinestesia las Cuatro estaciones de Vivaldi:


¿Crees que puedes tener sinestesia? Con este test lo puedes comprobar, si en la primera imagen diferencias los doses claramente porque los ves de otro color, tienes esta curiosa capacidad.
 

Si os interesa la sinestesia, en este artículo hay varios documentales sobre el tema.

Nunca he tenido claro si tener sinestesia es una bendición o una maldición, supongo que dependerá de las caprichosas conexiones del cerebro de cada sinestésico, pero volviendo a Neil Harbisson y su sinestesia artificial para superar la carencia cromática, busqué si existe alguien que tenga una capacidad similar de forma natural y sí, existe. Se llama James Wannerton y padece de una curiosa asociación sinestesia de carácter léxico/sonoro (solo entre un 4 y un 6% de los sinestésicos la experimenta), que le permite saborear sonidos.

En este artículo Wannerton cuenta cómo son sus percepciones sensoriales con el oído y el gusto. Y aquí podéis ver la entrevista subtitulada donde cuenta que escogía a sus novias por el sabor de su nombre.


Llegados a este punto, sabemos que el cerebro (el de algunos por lo menos) puede realizar de forma natural una activación de dos o más sentidos a través de un solo canal. ¿Pero existe una posibilidad más real y genéticamente menos azarosa de poder vivir una experiencia sinestésica? En principio la tecnología de Harbisson no es válida para algo así, ya que (de momento y no tiene pinta de que vaya a ser fácil) no hay forma de que el software controle el complejo mecanismo químico y eléctrico del cerebro. Pero sí que existe otra forma para poder llegar a un estado inducido de sinestesia y es a través de determinadas sustancias como la mescalina, presente en el peyote o el San Pedro (ambos cactus), LSD, hongos alucinógenos y el THC de la marihuana.   

Me consta que a partir de aquí me estoy metiendo en un patatal, pero estoy planteando tan solo una teoría, para nada estoy haciendo apología al consumo drogas. Todo esto es una trasgresión teórica, así que no os llevéis las manos a la cabeza y que tampoco os dé por comeros un ácido porque lo habéis leído en mi blog.

En este artículo podéis leer la experiencia de una sinestésica, “No necesito tomar mescalina porque tengo sinestesia”.

Ya podréis suponer que lo siguiente que voy a plantear es por qué no usar esos catalizadores sensoriales para vivir una experiencia gastronómica. Sé que es un tanto temerario, pero la idea me parece fascinante. Tanto que me consta que alguien ya la ha llevado a cabo. Por discreción, no puedo decir de quién se trata, pero lo puedo describir como un primer espada de la gastronomía internacional, del que no daré ni nacionalidad ni registro culinario y que llamaremos John Doe. Pues bien, John organizó una comida privada para un escogido grupo de comensales que tuvieron la oportunidad de degustar un menú donde la marihuana formaba parte de los ingredientes de cada plato. Por lo que sé, aquello debió ser una experiencia psicodélica en toda regla y es más que posible que se dieran casos de sinestesia inducida frente a platos de alta cocina. 

Puede sonar un tanto extremo y temerario, pero no olvidemos que el maridaje gastronómico por antonomasia es con vino y el alcohol también nos coloca. Vale que le hemos puesto mucha cultura alrededor para no sentirnos unos pobres borrachos, pero buscamos y deseamos esa sensación embriagadora que nos da el vino que, aunque no proporciona exactamente una sinestesia, sí que altera y enaltece nuestras sensaciones. Vamos que nos gusta mucho hablar de taninos, barricas, fermentaciones y variedades, pero lo que nos gusta es el puntito que nos da el vino, admitámoslo. 

Tendríamos entonces los psicotrópicos como llave para abrir esa puerta sinestésica cerrada para la mayoría. Teniendo en cuenta que se tiene que dar la causalidad/posibilidad de que el “viaje” te induzca a ese estado de sinestesia (no tengo experiencias propias a ese respecto, así que no sé cómo de complicado puede ser). Y llegados a ese punto, el reto sería conseguir experimentar alguna de las escasas asociaciones sinestésicas en las que participa el olor/sabor y que suelen ir asociadas color o sonido (de los 67 posibles tipos de sinestesia, en muy pocos participa el olfato o el gusto, y son muy pocos los sinestésicos que las experimentan, sobre un 6%). 

No es tan fácil como parece llegar a la sinestesia inducida, pero me parece una interesante posibilidad en la que pensar e inspirarse. Hace un tiempo vi un documental de un tipo que parecía tener una habilidad especial para la sentir los números. Daniel Tammet es capaz recitar 22.514 decimales del número pi, no porque los sepa, sino porque los ve como si fuera un paisaje, con diferentes formas y colores, sobre el que va paseando su mirada. Y fue precisamente su historia la que me hizo pensar en la posibilidad de poder paladear fórmulas matemáticas (otra temática que me encanta).  Vale, es una frikada que supera con mucho a la Neil Harbisson, pero ¿por qué no preguntarse por el sabor del número áureo? ¿A qué saben los números primos? ¿Los números pares son salados o dulces? 

A partir de este punto, cada uno tendremos nuestras preferencias personales respecto a las combinaciones sensoriales que nos gustaría experimentar. ¿Cuáles serían las vuestras? ¿Os gustaría vivir una experiencia así (de forma natural o inducida)? ¿Qué tipo de combinación sensorial encontráis más interesante? 

Os podría dejar miles de enlaces sobre el tema, pero prefiero que se nos vaya la olla del todo y terminar con la sugerencia de que veáis un capítulo especial de mi serie favorita, Black Mirror (cada capítulo es una historia independiente que podéis ver sin problema). No es que tenga que ver con la sinestesia, pero sí con ese futurista software que propone Harbisson y que en el futuro podría gestionar nuestro cerebro. Imaginaros que nuestro cerebro se pudiera administrar como sistema de archivos. Lo lógico, llegados a ese punto, es que se pudiese hacer una copia de seguridad y un correspondiente volcado. ¿Qué pasaría con esa copia de seguridad de nuestra esencia? ¿A quién pertenecería? ¿Para qué podría usarse? 

¡Gracias por leerlo! :)  

1 comentario:

martamenes dijo...

¡Qué curioso!

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