El otro día vi este aceite en Marbella y no me gustó nada. No me gusta que se frivolice con el precio del aceite de oliva virgen extra, poniéndole piedritas semipreciosas para encarecerlo innecesariamente, porque ese argumento convierte al que tendría que ser un producto cotidiano, en algo exclusivo y elitista. Una forma de alejar al consumidor mayoritario y trasladarle la idea de que el aceite de oliva virgen extra es un producto de lujo.
Porque este aceite, no es más caro porque en el proceso de cultivo o producción se haya hecho algo excepcional, que va. El sopreprecio en este caso no se lo va a llevar el agricultor, ni cosechador, ni el elaborador, sino Swarovski o la marca a la que se le ha comprado el brilli-brilli. Una pedantería en toda regla que no aporta absolutamente ningún valor añadido al aceite.
Y lo peor es que, la botella en sí misma, es toda una fechoría para el propio aceite que estará expuesto a la oxidación que produce la luz. Queda claro que quien ha elaborado este AOVE, no siente ningún respeto por la cultura del aceite de oliva...
No hay comentarios:
Publicar un comentario