El factor estético de la comida cada vez tiene más
importancia. En un mundo donde los impulsos visuales han de ser certeros e
impactantes, comemos por los ojos de una forma muy diferente a lo que lo
hacíamos antes.
Llenar antes el ojo que la tripa o comer con los ojos son
expresiones que en su momento hacían referencia a un deseo de comer por encima
de las posibilidades físicas del estómago. Son frases que se ajustan a la
sensación que se percibe cuando estamos delante de un gran buffet, donde
tenemos infinidad de platos para elegir y el placer de mirarlo es la antesala
de lo que sabemos será un gran festín.
Si lo pensamos bien, muchos de los mejores platos
tradicionales no son lo que se dice especialmente estéticos. Las mejores
lentejas del mundo nunca podrán competir a nivel visual, por muy ricas que
estén, con la apariencia de los platos contemporáneos diseñados especialmente
para cautivarnos por la vista.
Desde aquellas espantosas fotos de raciones y platos combinados
que lucían en algunos bares y restaurantes, la fotografía gastronómica ha ido
evolucionando hasta convertirse en un lenguaje universal que, a día de hoy,
todo el mundo utiliza. Internet, y especialmente las redes sociales, han hecho
que podamos ver imágenes de infinidad de platos, caseros o de restaurante, a la
par que nos hemos vuelto muy selectivos y exigentes a la hora de valorar la
faceta estética del plato.
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