En los últimos días hemos recibido en Pamplona la visita de un peculiar autobús, llegado desde Holanda, en el que se podían observar futuristas avances científicos. Uno de los proyectos expuestos, consiste en unas nanocápsulas, que introducidas en botellas, pueden hacer que el líquido se transforme en cualquier tipo de vino, con tan sólo introducirlas en el microondas en diferentes tiempos y potencias: 4 minutos a 600w, y tenemos un tinto, 2 minutos a 450w, un rosado… El objetivo, llevar el debate sobre esta tecnología a la calle, pues acepto el reto, debatamos.
Admito que la ciencia está al servicio de la humanidad, para mejorar nuestra calidad de vida, pero lo que no se puede admitir es un sacrilegio enológico de tales proporciones. Queridos científicos ¿a qué se van a dedicar los agricultores si ustedes se encargan de convertir el agua en vino, como si esto fuesen las bodas de Canaan?
Les propongo que se dejen de jugar al Quimicefa y hagan algo serio. Estamos en un momento crítico en el que se están perdiendo multitud de razas y especies autóctonas, y los esfuerzos deberían de ir encaminados a recuperarlas, antes de que la biodiversidad se nos escurra entre los dedos. El futuro está en nuestro pasado y el mundo de la alimentación debería poner especial atención en recuperar aquello que perdimos buscando un mayor y rápido rendimiento, que es justamente lo que promueven con sus inventos.
Afortunadamente, mientras los científicos están liados con sus tontunadas vitivinícolas, contamos con algunos románticos como José Ignacio Jauregui, que se está ocupando y preocupando de recuperar la raza de cerdo pirenaica Pío negro. Sin su trabajo sería imposible que ninguna nanocosa pudiese reemplazar el sabor de un cerdo criado en libertad y alimentado como tiene que ser. Desde aquí mi más sincero agradecimiento a todos esos héroes que en el futuro nos traerán el pasado.
Artículo publicado en Diario de Noticias de Navarra
Admito que la ciencia está al servicio de la humanidad, para mejorar nuestra calidad de vida, pero lo que no se puede admitir es un sacrilegio enológico de tales proporciones. Queridos científicos ¿a qué se van a dedicar los agricultores si ustedes se encargan de convertir el agua en vino, como si esto fuesen las bodas de Canaan?
Les propongo que se dejen de jugar al Quimicefa y hagan algo serio. Estamos en un momento crítico en el que se están perdiendo multitud de razas y especies autóctonas, y los esfuerzos deberían de ir encaminados a recuperarlas, antes de que la biodiversidad se nos escurra entre los dedos. El futuro está en nuestro pasado y el mundo de la alimentación debería poner especial atención en recuperar aquello que perdimos buscando un mayor y rápido rendimiento, que es justamente lo que promueven con sus inventos.
Afortunadamente, mientras los científicos están liados con sus tontunadas vitivinícolas, contamos con algunos románticos como José Ignacio Jauregui, que se está ocupando y preocupando de recuperar la raza de cerdo pirenaica Pío negro. Sin su trabajo sería imposible que ninguna nanocosa pudiese reemplazar el sabor de un cerdo criado en libertad y alimentado como tiene que ser. Desde aquí mi más sincero agradecimiento a todos esos héroes que en el futuro nos traerán el pasado.
Artículo publicado en Diario de Noticias de Navarra
4 comentarios:
Un post lamentable. Igual que en otras ocasiones has afirmado que no hablabas de vinos porque no entiendes lo suficiente, por favor, no hables de ciencia.
Bueno... Un comentario un poco duro! Ánimo! Aunque si se me permite comentarlo, yo prefiero a la Garbancita cocinera que a la reportera dicharachera. Echo de menos tus recetillas... Muxu!
Garbancita, estoy completamente de acuerdo con tu artículo.
Estos inventos, al final, lo que persiguen es que la industria "farmaco-alimentaria" sea la que dicte nuestra dieta sin importarles los productos ni lo productores.
¡¡¡Amén hermana!!!
al primer anónimo le diré que yo me permito hablar de ciencia porque es a lo que me dedico, así que yo no acepto un "cállate la boca que no sabes de lo que hablas".
Dicho esto, Garbancita, tienes razón, en lo tocante a la alimentación hay que volver a los orígenes. La mayor parte de lo que hace la industria alimentaria hoy en día no tiene en cuenta el beneficio del consumidor, sino el suyo propio a costa de nuesrta salud. Por eso somos nosotros los consumidores los que tenemos que hacerles un corte de mangas, pasar de sus guarradas, y volver a comer pan de verdad, vino de uvas y no de cápsulas, y cerdos que hayan corrido por el campo.
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