sábado, septiembre 27, 2014

Pimientos de piquillo de Lodosa confitados con paté de ajo asado

Si miras la lista de ingredientes, quizás parezca que se trata de una receta demasiado sencilla. El motivo es que no aparece el ingrediente principal y más importante de todos; el tiempo. Partiendo de una excelente materia prima, como son los pimientos de piquillo de Lodosa, y con una generosa cantidad de paciencia y mimo, vamos a poder disfrutar de la excelencia de este producto de la forma más simplista. Sublimado además por otro humilde ingrediente, que asado y convertido en una crema de suave sabor, se convierte en aliado excepcional para el piquillo.

Tostadas de pimientos de piquillo de Lodosa confitados y paté de ajo asado

Ingredientes
1 lata de pimientos de piquillo de Lodosa
1 cabeza de ajos y 4 o 5 ajos pequeños
Aceite de oliva virgen extra
Sal gorda
Pan rústico

Elaboración
En una sartén grande calentar 5 o 6 cucharadas de aceite de oliva virgen extra, con los ajos pequeños enteros, después de haberles dado un golpe con la parte plana del cuchillo. Colocar los pimientos uno por uno en la sartén, de manera que no se solapen, añadiendo el líquido de la conserva. Agregar una pizca generosa de sal y dejar cocinar muy lentamente durante dos horas, dándoles la vuelta con cuidado durante el proceso. Los pimientos irán poco a poco caramelizándose y perdiendo volumen. No recomiendo añadir azúcar, ya que con este tiempo de confitado adquieren el sabor y textura apropiados.
Mientras prepararemos el paté de ajo asado, para ello hemos de proceder a cortar las cabezas de ajos, lo haremos por su base, cortando no más de medio centímetro. Después engrasaremos la zona donde hemos cortado con aceite de oliva, con el objetivo que no se quede reseco en el horno. Ponemos la cabezas de ajos en una bandeja de horno y la introducimos a 150ºC durante aproximadamente una hora, todo depende de nuestro horno. 

Una vez que veamos los dientes de ajo dorados, podemos sacarlos del horno y una vez tibios, presionamos la cabeza de ajo y los dientes de ajo asados irán saliendo suavemente. Ahora se procederá a convertirlos en puré con la ayuda de un tenedor (aunque se puede procesar con la batidora). Una vez tenemos una masa homogénea, iremos incorporando aceite de oliva virgen extra poco a poco, mientras mezclamos con el tenedor.

Una vez terminados los pimientos de piquillo y el paté de ajo asado, tan sólo hace falta tostar una rebanadas de un buen pan rústico, untar un poco de paté de ajo asado, colocar encima un par de pimientos confitados y un chorrito del aceite de los mismos. 

martes, septiembre 23, 2014

Sf8 de Gastro Lopithekus

Tenemos entre nosotros toda una generación de nuevos cocineros que se han formado y adiestrado bajo los conceptos de la cocina contemporánea. Profesionales que se han criado a los pechos de una revolución gastronómica que los ha amantado con vanguardia, productos exóticos y fusión de diferentes culturas culinarias. Hijos de su tiempo que han asumido, junto a las bases de la cocina clásica, la tecnología que en los últimos años ha marcado un antes y un después en la gastronomía mundial. Jóvenes que toman el testigo de un compromiso donde el respeto por el producto, su procedencia y la estacionalidad, supone un valor añadido al hecho de gozar comiendo. 

Son la descendencia de una estirpe de cocineros que han hecho historia, y a los que, esperemos, les depare un futuro lleno de éxitos. Algunos de ellos comienzan a tener nombre propio, y otros muchos son fieles escuderos de primeras espadas de la restauración. El hecho es que, tenemos entre nosotros a la hornada de los cocineros, posiblemente, mejor preparados y con más recursos de la historia

Si pasamos por alto esa zancadilla que es la crisis económica, que incluso podría tener repercusiones positivas en la creatividad e ingenio de estos cocineros si lo saben resolver con astucia, muchos de ellos van a tener que llevar a cabo un inevitable cambio de registro. Lo que aprendieron de sus maestros será difícilmente reproducible, después de tantos cambios como ha vivido la sociedad en los últimos tiempos. Pero estas adversidades no significan que no haya motivos para ilusionarse, al contrario, es un reto que asumir con valentía y honor. 

Esta es la reflexión a la que me ha llevado conocer el proyecto gastronómico de Enaitz Landaburu, que ha decidido desprenderse de su ego para ampararse en el anonimato culinario, al estilo del artista Banksy, con el nombre de Gastro Lopithekus. Una forma de sublevación de vigente chef-system, que pretende dar a la cocina, y al factor humano que la rodea, el protagonismo que merecen. 

Reinventarse, desprendiéndose de todos los conocimientos y experiencia adquiridos trabajando con muchos de los más grandes, es todo un ejercicio de evolución, tanto personal como profesional. Pero Gastro Lopithekus ha querido asumir voluntariamente ese reto, depurándose primero, para resurgir con un concepto gastronómico que represente sus valores y filosofía. El resultado es un formato difícil de etiquetar, pero que sorprende por su frescura e insolencia. 

El lugar, una antigua alpargatería centenaria en el casco viejo de Bilbao, donde los más singulares personajes transitan como cuando antiguamente un vecino venía a pedirte sal o al ofrecerte unos pimientos de los que cultiva en la huerta del pueblo. Su estilo culinario es imprevisible, cocina lo que tenga en ese momento a mano y lo cocina como le venga en gana, pero está cargado de determinación y compromiso. Productos de alta calidad tratados con eficaz simplicidad, ingredientes con carisma que puedan contar una historia por si mismos y, sobre todo, honradez a la hora de no intervenir innecesariamente en la elaboración de un plato.

La colección de fotos que podéis ver a continuación, son el resultado de una gestación que apenas acaba de ver la luz y que irá evolucionando, siendo un proyecto vivo, participativo y multidisciplinar

Lo que difícilmente podré transmitir, es el ambiente que viví mientras degustaba este menú, y sinceramente, creo que es mejor no contarlo. Es la mejor forma de que cada uno pueda vivir la experiencia de forma única, porque nunca nada de lo que allí suceda volverá a acontecer. Si tienes la oportunidad de ir a Sf8, no podrás parar de mirar la infinidad de singulares objetos que rodearán, te sorprenderás del tráfico cotidiano de extravagantes personajes y te sentirás desubicado al ver las peculiares cosas que allí suceden.

Cerveza Dorada de Canarias y aceitunas kalamata
Mejillones con wakame de Porto Muiños
Sardinillas La singular del mar con habitas y corazón de tomate de Fruiz
Lomo de cerdo euskal txerria (cerdo vasco) con cortezas
¡Probad esta combinación!
 
Alubia blanca en conserva con huevas de mújol y pesto genovés.
Las alubias pueden parecer pequeñas, pero eran de unos 3 cm.
Pimiento encurtido y picante, relleno de feta
Y así, como quien no quiere la cosa, Gastro Lopithekusse arranca a cocinar a la parrilla
un hermoso txipirón en plena calle
Txipirón al sarmiento en parrilla mexicana con espárragos blancos,
ogonori, condimento de balsámico y apio
Caballa curada con remolacha y tomillo
Alcachofa, berberechos, champiñón crudo, aove y condimento balsámico
Pastel de arroz bilbaino
Barquillo de yogurt ecológico con miel de acacia y limón
Queso tierno de vaca del Caserío Vista Alegre
Sf8
C/ San Francisco 8
Bilbao

miércoles, septiembre 17, 2014

La senda del pintxo [Pamplona y Comarca]


Este es el prólogo que escribí para el libro "La senda del pintxo de Pamplona". Es una reflexión sobre lo que para mí es este formato culinario, que va mucho más allá de un ensamblaje de ingredientes.

De pintxos por Pamplona

Los pintxos se han convertido en un formato gastronómico mundialmente conocido. Pequeños bocados de comida que, con diferentes grados de sofisticación culinaria, se degustan de manera informal en los diferentes establecimientos de una localidad. Ésta podría ser una descripción más o menos general del fenómeno pintxo, pero a la definición le faltarían muchos de los aspectos que hacen que el concepto sea completamente único.

Muchos especialistas en gastronomía insisten en establecer los parámetros sobre cómo ha de ser un pintxo y qué no ha de ser en ningún caso, sin pararse a pensar que un pintxo es mucho más que ingredientes y filosofía culinaria. De hecho, carecemos de unanimidad en cuanto a la definición exacta de lo que es un pintxo; algunos defienden que debe de ser una porción de comida que se deguste en dos o tres bocados; otros, además, indican que ha de poder comerse con las manos, o por lo menos, con los recursos mínimos de los que se dispone para comer en la barra de un bar; para una gran mayoría ha de ser una elaboración sencilla y absolutamente todos estamos de acuerdo en que el pintxo ha de ser sabroso y apetecible.

Pero ¿pueden estas simples normas establecer el éxito que suponen internacionalmente los pintxos? Si fuese tan simple, es más que probable que el fenómeno se hubiera replicado ya en otros lugares del mundo, o que simplemente, hubiesen sido otros los primeros en atribuirse el formato. Es por eso que, a mi modo de ver, además de la estructura gastronómica, hay otros aspectos que configuran la definición con mucha más precisión.

Para entenderlo, lo primero que hemos de hacer es modificar la óptica del pintxo y analizar cómo, semánticamente, la palabra pintxo está más cerca de ser un verbo que un plato o receta. Partiendo de esa perspectiva podemos empezar a observar las características que, independientemente de ingredientes o modos de elaboración, nos ayudarán a entender qué significan los pintxos en lugares como Pamplona.

Sin duda, el primer hecho ineludible es que ir de pin­txos, o comer pintxos, es un acto social. Nadie se va de pintxos solo. Ir de pintxos implica hacerlo acompañado por lo menos de otra persona y, preferiblemente, con la cuadrilla de amigos. Es algo tan evidente que todo el mundo lo pasa por alto, pero el factor humano es fundamental a la hora de poder dar una definición válida sobre los pintxos. Es la excusa perfecta para poder verse de forma regular con amigos y familiares lejos del ritual más rígido de una comida, que implica más tiempo y presupuesto. Supone una forma de propiciar encuentros fortuitos con personas con las que nos vamos encontrando conforme vamos visitando bares y comiendo pintxos. Y además es una fórmula muy elástica que permite que los miembros convocados a la cita para ir de pintxos se puedan ir incorporando en diferentes momentos según su disponibilidad y agenda.

Otra de las características de ir de pintxos es la itinerancia: es fundamental que se recorran varios locales. Siempre dependerá de la hora a la que se comience el recorrido y de lo que se haya planeado hacer después para calcular cuál será el número de bares que se pueden visitar, pero rara vez es un solo establecimiento, a no ser que sea la cita previa a una comida. Es muy habitual que los grupos de amigos establezcan como punto de partida de la ruta pintxera siempre el mismo bar. Cada cuadrilla tiene su local de cabecera. Allí se toma el primer pintxo y se pone rumbo al siguiente bar. No es habitual tomar dos pintxos en el mismo lugar. Hay que destacar que la climatología no influye en el comportamiento a la hora de ir de pintxos: da igual que llueva, nieve o granice. De hecho, si no fuera así, pocas veces se podría ir de pintxos en una zona donde la meteorología pocas veces acompaña.

Como consecuencia de este tránsito por diferentes locales, se establece también cómo han de ser las bebidas que acompañen a los pintxos, ya que consumir los formatos clásicos podría suponer perder un poco el control en manos del alcohol. Las bebidas reducen su tamaño y cambian sus nombres para adaptarse a los pintxos. Un vino pasa a ser un txikito, una cerveza un zurito y un vermú, se pide como marianito. Así tenemos la posibilidad de pedir una bebida en formato mini, siendo sus dos o tres tragos el acompañamiento perfecto a los dos o tres bocados del pintxo.

Como pueden observar, poco o nada se ha hablado hasta la fecha del contenido gastronómico del formato pintxo, algo que sin duda tiene una importancia vital.

El origen del pintxo se cuenta que proviene de la Gilda, un primitivo bocado que, mediante un palillo de madera, embrochetaba una ingeniosa conjunción de cuidadas proporciones de aceituna, anchoa y guindilla encurtida. Su nombre proviene de la película que la insinuante Rita Hayworth protagonizaba en los años cuarenta, ya que evoca su actitud salada, verde y un poco picante.

Hablamos de una elaboración que se degustaba en los bares de la época, donde grupos de hombres salían a tomar vinos, o mejor dicho txikitos, y por ello eran llamados txikiteros. Reflexión que nos lleva de nuevo al carácter social de los pintxos. Desde luego, han cambiado mucho las cosas desde entonces. Los pintxos fueron sofisticándose poco a poco, haciendo que cada bar tuviese su especialidad, fomentando que el recorrido tuviese un argumento más culinario, y facilitando que púbico de todo tipo se fuese incorporando al hecho de ir de pintxos: mujeres, jóvenes, familias, cuadrillas…

Cada zona ha ido diferenciándose con sus productos más autóctonos, y en Navarra en general, y en Pamplona en particular, los pintxos se elaboran con ingredientes típicos como el bacalao, los pimientos, las alcachofas, el queso Idiazabal, el foie o los hongos. Un pintxo no tiene excesivos ingredientes, ni han de estar muy elaborados, pero sí que han de estar cocinados buscando que el conjunto sea un bocado rico y deseable, ya que esa particularidad hará que sea un referente a la hora de decidir los locales que formarán parte de nuestra ruta de pintxos.

Esta guía propone las mejores especialidades de una cuidada selección de bares; el mejor pintxo de cada uno de ellos y una gran cantidad de locales con los que poder configurar diferentes rutas. Pintxos más tradicionales, que junto a otros de carácter más innovador, forman parte de una oferta donde llama la atención una curiosa peculiaridad gastronómica navarra: los fritos. Más rústicos que un pintxo pero muy populares, los fritos, y especialmente el de pimiento, son una de las preferencias locales. La descripción básica es la de una elaboración donde una masa con un ingrediente principal se reboza y se fríe, para servirse caliente y crujiente.

La obra que tiene en las manos le servirá para poder hacer una acertada selección de aquellos pintxos que desea probar, pero usted habrá de incorporar esos otros componentes de la ecuación, como son la compañía y el recorrido, para disfrutarlos a su manera.

Le deseo que goce y saboree la experiencia. ¡Buen provecho!

La senda del pintxo de Pamplona y Comarca
Josema Azpeitia
ISBN: 978-84-940281-5-1
Editorial: Zum Edizioak