viernes, enero 04, 2019

Celeste Crianza, el mapa estelar de los Orígenes

Celeste Crianza
Siempre han estado ahí, inmutables al paso del tiempo, a nuestras alegrías y nuestras desdichas. Son el testigo mudo de nuestra historia, pero ya sólo las vemos cuando las buscamos para que formen parte del decorado de uno de nuestros momentos especiales. Cuánto mejor queda para el recuerdo un primer beso bajo las estrellas, que bajo un manto de oscuras nubes. Pero la mayoría de nuestros momentos no requieren estrellas y apenas las miramos, mucho menos con atención.

Buscamos en ellas nuestro destino y respuestas a las dudas existenciales que nos acompañan a cada uno, pero hemos perdido el don de descifrarlas porque hemos olvidado cómo formular la pregunta adecuada. El mensaje oculto en las estrellas no sirve para solucionar los dilemas personales, por más que nos empeñemos desde nuestro egocentrismo, allí no está la hoja de ruta vital de cada ser.

Pero observando con atención las estrellas, encontraremos la ruta vital de la Humanidad, la historia de nuestros antepasados, sus miedos, sus logros y, sobre todo, su infinita perseverancia. Resulta sobrecogedor imaginar la relación de aquellas primeras estirpes de seres humanos con los astros del firmamento, la intensidad con la que necesitaban encontrar respuestas que les permitieran controlar un entorno sumamente hostil. Pero más conmovedor resulta saber que lo consiguieron, que dominaron con observación e inteligencia los elementos que les permitirían prosperar y regalarnos su valioso legado.

¿Cuántos de nuestros antepasados habrían dedicado su vida a la observación diaria y obsesiva de los astros, como para saber qué foto concreta tiene el firmamento el que se supone podría ser el mejor día para plantar o recolectar? Un trabajo laborioso, reflexivo y colaborativo que trasformó el mapa estelar en una valiosísima herramienta que permitió el desarrollo de la agricultura y la ganadera, que a su vez propició, una vez nuestros ancestros pudieron garantizar el alimento, el desarrollo de ciencias y artes.

La disposición concreta de las estrellas ya no es estrictamente necesaria para saber dónde se encuadra el momento idóneo para la vendimia. Por suerte, el aporte tecnológico de las siguientes generaciones de humanos nos facilita una fiabilidad mayor, pero el peaje ha sido que hemos convertido a las estrellas en parte del decorado. Las estrellas siguen estando allí, invitándonos a la trascendencia a través del recuerdo de gentes que se esforzaron para dar lo mejor para la siguiente generación, antepasados cuya cosmovisión nos resultaría muy posiblemente impactante y estresante, pero que dejaron su herencia escrita en las estrellas.

Qué interesante sería compartir una copa con las gentes que cultivaron aquellos primeros vinos. Quizás nos contasen cómo para ellos el vino era  un exclusivo catalizador para entrar en contacto con divinidades como Gugalanna, la diosa sumeria del vino a la que venían al mirar al cielo simbolizada a través de la constelación de Tauro. Testigo que después recogería Baco, deidad cuyos cuidados infantiles fue confiados a las Híades, ninfas hacedoras de la lluvia que hoy perduran en el recuerdo cristalizadas como una nebulosa de estrellas dentro de la constelación de Tauro.

Celeste Crianza sería el vino perfecto para honrar con un sentido brindis a todos aquellos ancestrales observadores de estrellas que con tanto esfuerzo tradujeron su mensaje.

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