Hace unos años, nos escandalizaba encontrar fresas en pleno
enero, aunque curiosamente encontrábamos del todo normal que hubiese tomates
todo el año. Todavía nos quedaba cierta consciencia de la temporalidad y nos
extrañaba encontrar esa fruta todavía en invierno. Pero ahora, que damos por
hecho que la tecnología y las comunicaciones lo hacen todo posible, nada es
capaz de sorprendernos.
Es posible que el mundo sea un lugar mejor desde que podemos
encontrar fresas en el supermercado durante todo el año, pero pocos recuerdos
son comparables a aquellas primeras fresas que nuestras madres nos daban de
postre, en aquellos días en los que las horas de sol alargaban la tarde y se
retiraban los abrigos hasta la siguiente temporada. Las fresas, entre otras
cosas, sabían a cambio.
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