Tengo que comenzar con la confesión de que acabamos comiendo en Abac, por puro rebote del destino. Nuestra primera opción era cenar el sábado noche en Alkimia, que infelices!. Resulta que Alkimia (no tienen sitio web??) sólo abre de lunes a viernes, así que, cualquiera que vaya a pasar el fin de semana en la Ciudad Condal, que descarte la idea de disfrutar de su carta. Yo no me enteré hasta aterrizar en Barcelona y desde la terminal C, me llevaron derechita, con maleta y todo hacia el nuevo destino, el Restaurante Abac.
Ubicado en el centro de la ciudad, permite huir de la rapidez con la que transcurre el tiempo entre las callejuelas llenas de turistas y comercios. Ya al entrar te invade una calma y una tranquilidad, que invitan a disfrutar de las casi tres horas que requiere saborear el menú degustación, olvidándote por completo de las secuencias temporales que marca el cuarzo. Una vez liberados de ese odioso factor, Xavier Pellicer nos invita a deleitarnos con un juego culinario; disfrutar del menú degustación con total ignorancia sobre cuales son los platos que lo componen. Evidentemente no deja de ser una propuesta que puedes rechazar, pero me pareció divertido comer en la cuerda floja y dejarle al chef que nos sorprendiese con sus habilidades. Eso sí, si aceptas el reto, siempre atentos, te preguntaran si tienes alergia a algún alimento o si hay algo que no comerías bajo ningún pretexto.
La propuesta le da un toque de emoción al banquete. La sorpresa que produce ver como te presentan un plato que no esperas y el placer de saborear una elaboración imprevista, hace la comida gane muchos enteros. Sinceramente es una experiencia que me gustaría repetir, ya te que te libera de prejuicios y te somete a la emoción, positiva o negativa, de confiar en el criterio del cocinero. Aquí tenéis en versión fotograma, la sorpresa de Pellicer.
Ubicado en el centro de la ciudad, permite huir de la rapidez con la que transcurre el tiempo entre las callejuelas llenas de turistas y comercios. Ya al entrar te invade una calma y una tranquilidad, que invitan a disfrutar de las casi tres horas que requiere saborear el menú degustación, olvidándote por completo de las secuencias temporales que marca el cuarzo. Una vez liberados de ese odioso factor, Xavier Pellicer nos invita a deleitarnos con un juego culinario; disfrutar del menú degustación con total ignorancia sobre cuales son los platos que lo componen. Evidentemente no deja de ser una propuesta que puedes rechazar, pero me pareció divertido comer en la cuerda floja y dejarle al chef que nos sorprendiese con sus habilidades. Eso sí, si aceptas el reto, siempre atentos, te preguntaran si tienes alergia a algún alimento o si hay algo que no comerías bajo ningún pretexto.
La propuesta le da un toque de emoción al banquete. La sorpresa que produce ver como te presentan un plato que no esperas y el placer de saborear una elaboración imprevista, hace la comida gane muchos enteros. Sinceramente es una experiencia que me gustaría repetir, ya te que te libera de prejuicios y te somete a la emoción, positiva o negativa, de confiar en el criterio del cocinero. Aquí tenéis en versión fotograma, la sorpresa de Pellicer.
Crujiente de Ternera (Aperitivo de la casa)
Chips de patata especiada (Aperitivo de la casa)
Berberecho con crema de hierbas de jardín
Siempre se me tiene que olvidar tomar la foto de algún plato. En este caso, ya llevaba unas cuantas cucharadas de este royal de setas, cuando me acorde de que no habia sacado la foto. Para el que se lo quiera imaginar, era la crema con un ligero color beige en un elegante vaso de Bodum.
Royal de "fredolics"
Ensalada de tomatillos, atún marinado y flores
Acompañamiento de la ensalada
Navajas con "ragout" de rebozuelos
Vieira suquet con mozzarella y macarrón
Rodaballo a la naranja con salsifins
Espalda de cabrito asada y lacada
Pomelo, naranja y campari
Crêpe de higos, helado de vainilla
Me llamó mucho la atención algunas de las verduras que componían los platos, no ya porque nunca las hubiera probado, sino porque de algunas de ellas jamás había oído hablar.
En la Ensalada de tomatillos, encontré un tomate, de color verde impertinente, con un sorprendente toque a manzana. Se trata de un híbrido entre un tomate verde mexicano y la fruta oriental kumquat. Desconozco cual es su nombre, pero estaba delicioso.
En la misma ensalada otra verdura llamó mi atención, sobre todo por su forma. Se trataba del patison, una verdura de la familia de las cucurbitáceas. Es prima hermana del calabacín, para que os hagáis una idea y es posible que la conozcáis con el nombre de zapallo.
Otra verdura inesperada fueron los salsifís, que esperaban escondidos debajo de Rodaballo a la naranja para plantearme un interrogante sobre este fruto desconocido para mí. En Francia es posible encontrarlo envasado en la gama de productos Bonduelle. En España es también conocido como escorzonera, aunque no se trata exactamente del mismo fruto.
La seta fredolic me tenia un poco intrigada, pero ya he descubierto quien está escondida detrás de ese nombre tan catalán (supongo yo). Se trata de las únicas setas que sé coger con estas manitas y que yo conozco con el nombre de “seta de pino”. Una seta muchas veces despreciada, pero que particularmente me encanta, por lo fina que resulta.
La seta fredolic me tenia un poco intrigada, pero ya he descubierto quien está escondida detrás de ese nombre tan catalán (supongo yo). Se trata de las únicas setas que sé coger con estas manitas y que yo conozco con el nombre de “seta de pino”. Una seta muchas veces despreciada, pero que particularmente me encanta, por lo fina que resulta.
Gracias a Capitoni por patrocinarme esta comida, un besazo ;)
8 comentarios:
Buffff!!! este post es auténtico food-porn ;-) me está cayendo la baba sobre el teclado!!!
Tomo nota para una próxima visita a Barcelona.
Álvaro un apunte para cuando visites Abac (se me ha olvidado ponerlo en el post). En el menú degustación también hay entre la carne y los postres, una degustación de quesos.
Cuando me la ofrecieron, pensé que era una oferta a parte del menú y como ya estabamos un poco llenos y el precio es caro, lo dejamos correr. Después cuando me escribió Xavier y me puso que el menú tenía degustación de quesos y la rechace, casi me da un mal, porque yo no soy muy laminera y prefiero el queso a un postre dulce.
Por cierto, muy buenas tus entradas con "porno-comida" ;)
Un abrazo :)
Chica, unos dias que he dejado de leerte y ahora me costara ponerme al dia.Gran menu este.Aunque no se que pasa: veo las fotos junto a letras de tamaño enorme, y de tu ultimo post solo veo la letra...
Una semana sin Internet y ya estoy desfasado...Joooo....
Hola... muy interesante todo lo que comentas y las fotos son muy sugestivas...
Una curiosidad para el que le interese, el patison es asombrosamente típica en Hungría, donde la puedes ver por cualquier lado en verano. La suelen comer rebozada, o en sopa.
Pero... ¿soy el único al que le pasa que la página conforme llega el final las letras se van volviendo enormes y acaba por ser ilegible?
Gracias por avisarme de que no se ve bien la página. En principio la he mirado desde diferentes pc's con diferentes configuraciones de pantalla y lo veo bien.
¿Usais IE o Firefox?
Espero solucionar el problema en breve, sino ya sabeis que se os devuelve el dinero. Faltaria más!
Un beso chicos!
Impresionante menú.
Por cierto, la única vez que encontré salsifíes aquí en España fue en Lidl, en una de esas bandejas para cocido que incluyen normalmente puerro, zanahoria, col... Me la compré solo para probarlos.
La Escorzonera (corteza negra en italiano) es parecida pero no igual. Tiene la piel mucho más oscura y es menos carnosa. La encontré una vez, pero no recuerdo donde. Eso si, me gusta más el salsifí,que en cierta medida recuerda a la textura de la zanahoria, con un toque ligeramente dulce... Una pena que no se encuentre más por aquí.
¿Mi navegador? Firefox 2.0 Por cierto, no es un problema de todo el blog... si no tan sólo de este post del Restaurante Abac. Todos los demás... perfectos.
Una cosa que me sorprende mucho en Europa que incluso teniendo climas tan parecidos, haya muchas hortalizas que no se cultivan más que en determinados sitios peculiares.
Cuando viajo por el mundo acostumbro a parar en las tiendas de floristerias (y en el caso de Europa central, en los supermercados de los pueblos) y comprar sobrecitos de semillas.
Mis padres son unos apasionados de plantar todo en su huerta, y a veces tenemos colinabos, unas espinacas muy raras (por cierto, la historia del hierro es desternillante), salsifi, o la chayotera..
Lo curioso del caso es que todas estas hortalizas, en vez de que las usemos para hacer platos exóticos, acaban en el cocido que hace mi madre, con lo que más que gallego parece que fuese de Lavapiés...
creo que estan confundiendo salsifi con chirivia *que es la que aparece en la foto
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