Siempre he tenido una relación difícil con el pan. Mi padre nos obligaba a comer una cantidad de pan determinada en cada una de las comidas y no te podías levantar de la mesa hasta que te lo hubieses acabado todo. El pan siempre se quedaba lo último y meterte al cuerpo una indigesta bola de harina, cuando ya no tienes hambre, era una de las peores torturas (hasta que el destino tuvo a bien mandarnos a mi adorada Laika, que se encargaba de hacer el trabajo sucio bajo la mesa). Así fue como me declare en rebeldía contra el pan.
Todavía no lo he superado, llevo meses sin comprar una barra de pan. Pero el día que entro a una panadería donde hornean pan precocinado, el aroma me seduce de tal forma que acabo comprando una barra. Ay de ti como se te ocurra hacer una cata del pan, la barra puede llegar a casa mermada en un tercio y ni te enteras. Que bueno que está el pan calentito.
¿Qué sucedería si pusiéramos ese reposamuñecas con forma de baguette en la oficina? ¿Cuantos hambrientos se acercarían a robar el currusco?
Visto aquí. Se puede comprar aquí.
Para el que quiera llevar su pasión por el pan más allá, aquí tenéis una placa madre de galleta. Y para los fanáticos de los productos Appel, el recopilatorio de un sentido y dulce tributo.
Y ya que estamos, un consejo: Come pan integral!
5 comentarios:
::: si señor, el pandebono, producto colombiano que me trae agradibilisimos recuerdos de cuando estuve viviendo en Bogota... deberias probar otra variante denominada Almoj
Almojábana ... mucho mas rica y muy muy facil de preparar
Qué bueno el pandebono... nosotros lo probamos en Nueva York, en Queens en un bar de comidas latinas llamado "Cositas Ricas"...
Que bueno Garbancita, que vuelves para quedarte...ya hacía falta, eh?
Pues yo no puedo dejar de hacer y comer pan!!! ^^
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