El pasado fin de semana decidí visitar por segunda vez “La Taverna del Clinic”, en Barcelona. En la primera ocasión fuimos con Philippe, que contaba con muy buenas referencias de este local de tapas situado en L´eixample, junto al Hospital Clinic. De entrada hay que decir que es un local un tanto incomodo; muy estrecho, con mesas muy pequeñas donde se apelotonan los platos, sin espacio para no fumadores y que comparte, como muchos bares de barrio, la zona de barra con el espacio de comedor. Además es conveniente reservar previamente, ya que no dispone de muchas mesas. Todos estos inconvenientes se olvidan por lo excelente de su cocina, a cargo de Toni Simoes, curtido en los fogones de Can Fabes. Tapas con materia prima de alta calidad cocinada desde el respeto al producto y con cierta creatividad, además de una surtida oferta de embutidos y quesos. Otro de sus atractivos es la cerveza, Estrella Galicia. Conservada en unos depósitos de cobre, que adornan la parte superior del local, en los que la cerveza se mantiene fresca. La mayor pega que encontré en esta primera visita, es el orden en el que sirven los platos, que salen a la mesa según les convenga en cocina. Así te puedes encontrar terminando una comida consistente en pochas, rabo y foie, con un gazpacho. Es algo de lo que advierten convenientemente en la carta, pero que no deja de jugar en contra del cocinero que hace que la estructura de una comida se rompa por completo en beneficio de su propia comodidad. Porque aun siendo básicamente tapas lo que ofrecen en su carta, no deja de tratarse de pequeñas raciones de recetas elaboradas. Les precede la fama, a “Las bravas de la Taverna” (estilo Arola). Muy correcto el “Mini Steak Tartar con tostaditas”, estupendos puntos de cocción para el “Trifásico de Bacalao”, excesivamente dulce el “Salteado de yakisoba con langostinos” y muy sabrosas las “Alcachofas con berberechos y jamón”.
Cocotxas de Bacalla amb Carxofa (en este caso potxas)
Las bravas de la Taverna
Mini Tartar con tostaditas
Trifasic de Bacalla
Los precios resultan interesantes y se puede disfrutar de una buena comida a un precio más que razonable. Siempre y cuando no escojas ningún plato de los que ofrecen fuera de la carta. Ya en la primera ocasión caímos en la tentación de pedir un plato no especificado en la carta; el “Arroz del día” en esa ocasión, era un arroz caldoso con bogavante, que costo 20€. Excesivo para un plato de arroz que, semicocido, no había absorbido el sabor a marisco en el resto de la cocción, al estar elaborado en dos tiempos. En esta ocasión nos pareció que los caprichos se pagan y que, de paso, habíamos pagado la novatada.
Arroz caldoso con Bogavante (Arros del día)
En la segunda visita nos ofrecieron fuera de menú toda una colección de platos con productos de temporada, en su mayoría pescado, marisco y setas. Ni a nosotros, ni a ninguno de los comensales de alrededor, se les indicó el precio de esos platos en ningún momento. Pedimos una ronda de tapas de la carta y también una “Ventresca de atún con terikaki” que nos habían ofertado fuera de la carta. Como nos quedamos con hambre, pedimos algunas tapas más y cerramos la comida con unos insulsos bombones que se escondían detrás del nombre de “Petit Fours”. Lo cierto es que comimos a gusto y la comida estaba realmente deliciosa.
La carta
Lo desagradable vino al pedir la cuenta y ver una de las cifras que desentonaba por completo con el resto de los precios. El bistec de atún ofrecido fuera de la carta costaba 22€! Más del doble que cualquiera de los precios del menú. No entro a discutir que el plato realmente lo valiese (recuerdo que hablamos de tapas, no de platos de ración), sino sobre el desfase con los precios generales y sobre todo del cabreo que me produjo que no nos informasen de los precios previamente.
Por supuesto, exprese mi malestar a la camarera, que se disculpó diciéndonos que, quien nos había ofrecido los platos, había olvidado indicarnos los precios. Rotundamente mentira, no fue un fallo, porque como ya he dicho, a todos los comensales se les ofrecían “cantadas” las tapas sin ninguna referencia al precio. De lo que se trata es de un soberano engaño, del que solamente eres consciente cuando ya es demasiado tarde. Una triquiñuela muy sucia, que tiene como finalidad engordar la cuenta y que no se justifica de ninguna forma, teniendo en cuenta lo poco que cuesta imprimir y fotocopiar una hoja que sirva de anexo al menú habitual.
La "dolorosa", en este caso más que nunca
Ahora me doy cuenta de que tenia que haber puesto una queja, por no ofrecer una carta con precios, como estipula la ley, pero en aquel momento sólo quería salir de allí, digerir lo más rápidamente el cabreo y olvidarme de ese local de estupenda cocina para siempre.
Nota: Las fotos son de la primera visita y desde entonces la carta ha sufrido algunas modificaciones, suprimiendo algunos platos y añadiendo otros con productos de temporada. Se pueden ampliar las fotos de la carta para ver platos y precios, pulsando sobre ellas.