Después de dos días escasos en la ciudad de Santiago de Cuba, partimos rumbo a la provincia de Holguin, para disfrutar de las magnificas playas de Guardalavaca. Playa Esmeralda es un paraíso espectacular de aguas azul turquesa con arrecifes de coral, rodeado de la verde selva del Parque Natural Bahía de Naranjo, que por fortuna, no sufre la masificación de Varadero o los Cayos. Fue todo un acierto elegir para alojarnos el mejor resort de la zona, el Paradisus Río de Oro. A diferencia de otros hoteles similares, no se admiten niños, y el régimen es Ultra Todo Incluido (juro que se llama así), ni siquiera es necesario llevar pulsera.
La mayoría de los clientes del resort, eran ingleses que pasan en Cuba una o dos semanas de vacaciones, sin salir para nada de las lujosas instalaciones. De hecho el diminuto aeropuerto internacional de Holguin, tiene a diario vuelos directos a Inglaterra. Sorprendentemente, y a pesar de la gran cantidad de alcohol disponible, los ingleses se comportaban con una diplomacia y saber estar dignos de mención. Lamentablemente, son los españoles los que tienen fama de ser como una plaga de langostas borrachas en los TI.
Aunque el lugar contase con un encanto sin igual y las instalaciones fuesen dignas de un sultán, la estancia en este tipo de complejos, te hace olvidarte de la realidad cubana. Llega un momento que bien podrías estar en México, en Santo Domingo o en Jamaica, lo que te hace plantearte si realmente has ido hasta Cuba para eso… Contaré más detalles sobre Paradisus en los capítulos gastronómicos del viaje, pero me gustaría resaltar el carisma de la gente de la zona. Fue una auténtica delicia tratar con personas tan amables; todo el mundo saludaba y cruzaba un par de frases amistosas, sin resultar jamás pesados, entrometidos o interesados, sinceramente algo fuera de lo común. Habrá quien pueda pensar que tras esa simpatía, se esconde la recompensa de una propina, pero hablando con gente de otros puntos del país, nos contaron que a los holguineros les precede la fama de educados y corteses. Precisamente Fidel Castro es oriundo de esa provincia.
Después de varias sesiones intensas de playa, hamaca, jacuzzi y piñas coladas, nos pusimos rumbo hacía La Habana en el vuelo más peculiar que me ha tocado vivir. Las azafatas reñían al pasaje constantemente; por hablar durante las explicaciones de seguridad, por levantarse antes de tiempo… y lo mejor de todo es que algunas de las broncas eran directamente por megafonía. Como nota gastronómica, contaros que el aeropuerto de Holguín se vendían bocadillos de mayonesa (sí, sólo mayonesa), de mantequilla, o de croquetas.
La mayoría de los clientes del resort, eran ingleses que pasan en Cuba una o dos semanas de vacaciones, sin salir para nada de las lujosas instalaciones. De hecho el diminuto aeropuerto internacional de Holguin, tiene a diario vuelos directos a Inglaterra. Sorprendentemente, y a pesar de la gran cantidad de alcohol disponible, los ingleses se comportaban con una diplomacia y saber estar dignos de mención. Lamentablemente, son los españoles los que tienen fama de ser como una plaga de langostas borrachas en los TI.
Aunque el lugar contase con un encanto sin igual y las instalaciones fuesen dignas de un sultán, la estancia en este tipo de complejos, te hace olvidarte de la realidad cubana. Llega un momento que bien podrías estar en México, en Santo Domingo o en Jamaica, lo que te hace plantearte si realmente has ido hasta Cuba para eso… Contaré más detalles sobre Paradisus en los capítulos gastronómicos del viaje, pero me gustaría resaltar el carisma de la gente de la zona. Fue una auténtica delicia tratar con personas tan amables; todo el mundo saludaba y cruzaba un par de frases amistosas, sin resultar jamás pesados, entrometidos o interesados, sinceramente algo fuera de lo común. Habrá quien pueda pensar que tras esa simpatía, se esconde la recompensa de una propina, pero hablando con gente de otros puntos del país, nos contaron que a los holguineros les precede la fama de educados y corteses. Precisamente Fidel Castro es oriundo de esa provincia.
Después de varias sesiones intensas de playa, hamaca, jacuzzi y piñas coladas, nos pusimos rumbo hacía La Habana en el vuelo más peculiar que me ha tocado vivir. Las azafatas reñían al pasaje constantemente; por hablar durante las explicaciones de seguridad, por levantarse antes de tiempo… y lo mejor de todo es que algunas de las broncas eran directamente por megafonía. Como nota gastronómica, contaros que el aeropuerto de Holguín se vendían bocadillos de mayonesa (sí, sólo mayonesa), de mantequilla, o de croquetas.
Llegar a La Habana supone una sobredosis de sensaciones, sobre todo si llegas de noche y una de las primeras cosas que ves es el imponente Monumento a José Martí y el mural del Che, ambos iluminados. La Habana es una ciudad de gran extensión, y nos pareció una buena idea contratar un servicio de guía, en minivan climatizado, para hacer una primera toma de contacto con la ciudad. A diferencia de Santiago, donde la falta de turistas nos permitió una excursión intima con la guía y el taxista, de la que aprendimos mucho, en La Habana, la actividad consistía en una mezcla a partes iguales de propaganda sobre los parabienes del régimen castrista y paseos por humidores (cavas climatizadas donde se venden los habanos) y locales de mojitos, con la consiguiente comisión para el guía.
No tengo interés en hacer una lista de todo lo que se puede ver en La Habana, una guía de viajes es perfecta para ese propósito. Lo que sí me gustaría comentar es, lo carísimas que son las entradas a museos y monumentos en La Habana, algunas rozan directamente la estafa. La Necrópolis de Cristóbal Colón que costaba 1 peso, hasta el 1 de mayo de este año, ha subido la entrada a 5 pesos. La entrada a La Asociación Cultural Yoruba de Cuba costaba 10 pesos ¡tanto como el Louvre de París! Teniendo en cuenta el estado de algunos museos y lo poco que ofrecen, resultan un escándalo semejantes tarifas.
No tengo interés en hacer una lista de todo lo que se puede ver en La Habana, una guía de viajes es perfecta para ese propósito. Lo que sí me gustaría comentar es, lo carísimas que son las entradas a museos y monumentos en La Habana, algunas rozan directamente la estafa. La Necrópolis de Cristóbal Colón que costaba 1 peso, hasta el 1 de mayo de este año, ha subido la entrada a 5 pesos. La entrada a La Asociación Cultural Yoruba de Cuba costaba 10 pesos ¡tanto como el Louvre de París! Teniendo en cuenta el estado de algunos museos y lo poco que ofrecen, resultan un escándalo semejantes tarifas.
La Habana es un ejercicio constante de imaginación para recrear la grandiosidad de otros tiempos, a través de sus coches antiguos y sus degradados edificios. La ciudad llora óxido y salitre, mientras sueña con maquillarse con brillantes barnices y pinturas, entre montañas de escombro, socavones y baches. Aunque los andamios que rodean muchos de sus edificios quieran contar que la ciudad está en plena rehabilitación, las hiedras que escalan por los barrotes de metal, delatan una vez más el inmovilismo en el que está sumido el país. Pasear por las calles de La Habana es una de las mejores formas de tomarle el pulso a la ciudad. Recorrer los mercados agropecuarios y percibir la falta de variedad, y la escasa cantidad de artículos, o entrar a las tiendas de electrodomésticos y comprobar que un cubano necesita media vida para pagar una nevera nueva, resulta mucho más ilustrativo que cualquier historia que te puedan contar.
Muchas son las advertencias que reciben los viajeros sobre los posibles engaños que se pueden sufrir por parte de los pícaros jineteros de La Habana, sobre todo en lo relativo a las estafas con el cambio de moneda (jamás debe cambiarse dinero fuera de las Cadecas o Bancos). Fueron varias las parejas (sí, si viajas en pareja, te aborda un dúo de jinetero y jinetero-chica), que nos invitaban a acompañarlos a un festival de música en conmemoración del 5º aniversario de Compay Segundo. Completamente falso. No sé donde pretendían llevarnos, ni que querían de nosotros, pero huimos en cuanto tuvimos oportunidad.
Lo mejor, si es que se tiene la oportunidad, es hacer amistad con gente de la que ya se tenga referencias. En nuestro caso, un familiar nos puso en contacto con Carlos, un chico estupendo con el que pudimos disfrutar de interesantes conversaciones. Nunca podré olvidar su cara de fascinación cuando le contábamos como funciona Google Maps. Para alguien que nunca ha viajado, y que cada día agota un poco más sus esperanzas de hacerlo, pensar que una aplicación te permite ver las Pirámides de Giza o la Torre Eiffel, casi le deja al borde del colapso emocional.
La gran sorpresa que me guardaba La Habana, fue conocer en persona Mario y a su esposa Gisela, dos lectores de este blog. Mario se puso en contacto conmigo y me dio un montón de buenas referencias y consejos para nuestro viaje. La curiosidad que sentía por conocer a un gourmet cubano, nos llevó a descubrir a dos personas interesantes, divertidas y encantadoras, y por supuesto, a comenzar una bonita amistad. Mario tuvo el detalle de regalarme un joya gastronómica, “Delicias de la mesa” un libro cubano de recetas del año 1901. Una larga lista de platos sofisticados, con una mezcla de cocina criolla, española, inglesa y francesa, que revela el refinado paladar de los cubanos de aquella época. El libro ha sido transcrito a versión digital por Mario, al que hay que reconocerle el mérito de asegurar la transmisión este importante patrimonio culinario. Con Gisela y Mario disfrutamos de una maravillosa velada en el ranchón El Sauce, donde vimos actuar en directo a la cantante cubana Ivette Cepeda, que interpretó, con un estilo muy histriónico, temas de Silvio Milanés, Pablo Milanes, Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat. Os mando un fuerte beso a los dos.
Seguramente habrá miles de detalles y anécdotas que me dejo en el tintero, pero a grandes rasgos esta ha sido mi pequeña historia de amor con Cuba. La he querido, me ha irritado, me he reconciliado con ella, y la he dejado con la esperanza de reencontrarme con ella en un futuro y continuar con nuestro idilio. ¡Hasta pronto mi amol!
Os dejo con la banda sonora de mi viaje…
Muchas son las advertencias que reciben los viajeros sobre los posibles engaños que se pueden sufrir por parte de los pícaros jineteros de La Habana, sobre todo en lo relativo a las estafas con el cambio de moneda (jamás debe cambiarse dinero fuera de las Cadecas o Bancos). Fueron varias las parejas (sí, si viajas en pareja, te aborda un dúo de jinetero y jinetero-chica), que nos invitaban a acompañarlos a un festival de música en conmemoración del 5º aniversario de Compay Segundo. Completamente falso. No sé donde pretendían llevarnos, ni que querían de nosotros, pero huimos en cuanto tuvimos oportunidad.
Lo mejor, si es que se tiene la oportunidad, es hacer amistad con gente de la que ya se tenga referencias. En nuestro caso, un familiar nos puso en contacto con Carlos, un chico estupendo con el que pudimos disfrutar de interesantes conversaciones. Nunca podré olvidar su cara de fascinación cuando le contábamos como funciona Google Maps. Para alguien que nunca ha viajado, y que cada día agota un poco más sus esperanzas de hacerlo, pensar que una aplicación te permite ver las Pirámides de Giza o la Torre Eiffel, casi le deja al borde del colapso emocional.
La gran sorpresa que me guardaba La Habana, fue conocer en persona Mario y a su esposa Gisela, dos lectores de este blog. Mario se puso en contacto conmigo y me dio un montón de buenas referencias y consejos para nuestro viaje. La curiosidad que sentía por conocer a un gourmet cubano, nos llevó a descubrir a dos personas interesantes, divertidas y encantadoras, y por supuesto, a comenzar una bonita amistad. Mario tuvo el detalle de regalarme un joya gastronómica, “Delicias de la mesa” un libro cubano de recetas del año 1901. Una larga lista de platos sofisticados, con una mezcla de cocina criolla, española, inglesa y francesa, que revela el refinado paladar de los cubanos de aquella época. El libro ha sido transcrito a versión digital por Mario, al que hay que reconocerle el mérito de asegurar la transmisión este importante patrimonio culinario. Con Gisela y Mario disfrutamos de una maravillosa velada en el ranchón El Sauce, donde vimos actuar en directo a la cantante cubana Ivette Cepeda, que interpretó, con un estilo muy histriónico, temas de Silvio Milanés, Pablo Milanes, Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat. Os mando un fuerte beso a los dos.
Seguramente habrá miles de detalles y anécdotas que me dejo en el tintero, pero a grandes rasgos esta ha sido mi pequeña historia de amor con Cuba. La he querido, me ha irritado, me he reconciliado con ella, y la he dejado con la esperanza de reencontrarme con ella en un futuro y continuar con nuestro idilio. ¡Hasta pronto mi amol!
Os dejo con la banda sonora de mi viaje…
9 comentarios:
Has conseguido trasladarme en vivo y en directo a Cuba.
Mil gracias, me ha venido bien en un día lleno de papeles!!
he soñado!!
Un beso
hello... hapi blogging... have a nice day! just visiting here....
Cubania se ha convertido en la guía perfecta de la Cuba vista por el turista, ese que la ama y no la entiende, ese que pese a sentirla, no la conocerá nunca. No tengo más que decir.
Felicidades por esas "Delicias de la Mesa", no podía haber caído en mejores manos. Mario y Gisela sí que saben.
Un saludo.
Después de leerte todo y de poner al final la música llorando a lágrima viva estoy...
la música tiene tanto poder de evocación.
Mi padre quiso ir a Cuba antes de que muriera Fidel, jjjajajjja, mi padre tenía 94 años cuando fue, le acompañamos 5 mujeres, tres hijas y dos nietas. Se lo pasó grande allí (murió el invierno pasado).
A ver si encuentro una foto y la pongo en el Facebook
Dios!! Como has vivido Cuba!!!!! Increible...
Esto más que viajes son experiencias vitales totalmente inolvidables.
He disfrutado mucho de tu relato, de ese paraiso sin niños, jaja, de los bocadillos "raros" con broncas de las azafatas, de los intentos de timos y de tu encuentro bloguero. Todo un placer mi amol.
Besitos sin gluten
Nos ha gustado mucho esta segunda parte del viaje a "Cubania", donde vemos que has disfrutado de los lindo, en la playa, en el hotel, con los amigos bloggers, con la gastronomía... y lo más importante, nos lo has hecho sentir a los que te leemos.
Besotes,
Ana y Víctor
Tu Cuba y mi Cuba las mismas.
La pena es que yo no tuve tan buenos anfitriones como tú.
Pegadita a Compay llevo un buen rato.
;)
Muchísimas gracias a todos. No sabéis cuanto me alegra el que mi relato haya conseguido transmitiros, aunque sea una milésima parte, de lo que yo he vivido.
Luz me has puesto la piel de pollo con lo de tu padre. Vaya un hombre afortunado, de veras... :*
Besos a todos!
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