domingo, febrero 03, 2019

Cobrar un suplemento por adaptar comida a veganos, celíacos y alérgicos


Hace unos días se ponía en contacto conmigo un restaurante gallego para contarme la idea que tienen prevista poner en marcha para solucionar el grave problema de gestión que supone adaptar su carta a los caprichos dietéticos de su público. Su propuesta consiste en cobrar una serie de suplementos, hasta de 10€, por adaptar sus platos a los problemas personales y particulares que plantee el cliente. No importa cuán legítima le resulte al comensal la exigencia de que le quiten el ajo de esa salsa que se ha cocinado tres horas antes de llegar al plato, se ponga como se ponga se cobrará el tener que cocinar esa elaboración exclusiva para él.

De esta forma, creen que muchas de esas falsas alergias, fobias y caprichos alimentarios que se trasladan a la cocina en forma de demanda insolente, desaparecerán al crearse la incomodidad de pagar un suplemento.

Ni que decir tiene que este sistema de cobro de suplemento por adaptación del plato es totalmente legal y legítimo, ya que ningún cocinero o restaurante tiene la obligación de servir lo que le exija un cliente. Algo sencillo de entender si trasladamos el ejemplo a la pretensión de exigir que nos sirvan carne o pescado en un restaurante vegano. ¿Por qué se entiende que un restaurante vegano decide qué servir y qué no, y el resto de restaurantes han de ser completamente sumisos a las imposiciones de posibles clientes?

De hecho, cualquier persona con una enfermedad real y que sea realista (un enfermo responsable, vamos), sabrá que es muy complicado controlar la contaminación cruzada y que, ante la posibilidad de enfermar, es mejor no arriesgarse. Pero para otros la cuestión pasa más por tener razón e imponer unos supuestos derechos, que realmente velar por su salud.  

Como sé que el artículo va a desatar la histeria de un montón de neuróticos, os voy a dejar dicho aquí que opinión tengo de vosotros y vuestras pedradas, para que os quede claro y no tenga que repetirlo a todas horas, porque además de “enfermos” sois muy pesados.

Las patologías que podáis tener, o que os hayáis podido inventar, son exclusivamente vuestro problema. Repito, vuestra enfermedad real o mental es única y exclusivamente vuestro problema. Eso de la empatía que os habéis inventado para exigir de manera impertinente, y supuestamente legítima, vuestras absurdas reivindicaciones, no es un concepto que se pueda reclamar por ley. El que quiera trataros con deferencia lo hará porque quiere, lo mismo que el hostelero que decida que no sois su público.

De hecho, son vuestras enfermedades postmodernas las que han venido exigiendo un tratamiento que nunca jamás ningún otro enfermo se ha atrevido a demandar. Ni hemofílicos, ni hipertensos, ni diabéticos, ni nadie jamás hasta ahora ha obligado y amenazado a un cocinero a que le cocine adaptado a su patología. Si algo no estaba recomendado comer, no se comía y listo. No se reclamaba una adaptación (imposible muchas veces) que produjese el mismo placer pero ningún perjuicio a esa persona enferma.

Asumid de una vez que la responsabilidad de lo que coméis no recae en los demás. Creced y dejar de comportaros como críos imprudentes y caprichosos, haceros cargo de vuestros problemas (si es que son reales) y dejad a los hosteleros que hagan en sus negocios su santa voluntad sin que los chantajeéis, coaccionéis o amenacéis. No son admisibles argumentos como que “mi mujer ha tenido tres shocks anafilácticos y sufre muchísimo cuando va a un restaurante, porque puede morir en cualquier momento”. Pues NO VAYAS, COÑO! Prefieres que vaya, atosigar al cocinero, hacerle pasar un mal rato en el servicio adaptando el plato y sufriendo para que la tipa no se le muera en su local, y sobre todo tener la puta razón si le da una reacción alérgica.

Luego yo soy la mala persona por pensar que estáis encantados con tener una mujer con alergias mortales para hacerlos los interesantes e ir dando voces llamando la atención por la vida. De hecho, soy de la opinión de que deberían invitaros a abandonar cualquier restaurante donde sirvan ese ingrediente que le provoca una reacción tan virulenta, antes de que provoquéis un homicidio.

Por cierto, la hostería ya ha descubierto que ese chantaje que usáis de forma reiterada, que consiste en que con que haya un celiacomaniaco en un grupo de comensales, abandonáis todos el restaurante donde no le adapten la comida, ¡es mentira! También vuestros amigos normales están hasta la peineta de vosotros y pasan vergüenza ajena cuando os ponéis intratables e impertinentes en un restaurante exigiendo respeto por una celiaquía, que desaparece con la torrija del postre.

Le deseo mucho éxito al restaurante que pondrá en marcha esta iniciativa y espero que muchos otros establecimientos se animen a poner en práctica esta idea.

(No os voy a contestar a nada de lo que me digáis por redes, a pesar de que sé que os coordinaréis para acosarme, insultarme, amenazarme y escrachearme, porque es así como camináis por la vida… Pero os perdono porque sé que esas enfermedades, lo mismo que os provocan trastornos físicos, os vuelven mezquinos, vengativos y malas personas, pero no es culpa vuestra. Vosotros no lo habéis buscado, pobretes...).


5 comentarios:

Maite Gorria dijo...

Cristina:

Muy bien explicado, ¡ya era hora!

Quizás añadiría los grupos de jubilados en su mayoría,que van con menú, y precio, cerrado y les entra la celiaquía cuando algo no les gusta o no lo hacen como ellas en casa. -verídico-

Un saludo y dale fuego al chaparral ;)

vladycid dijo...

Exquisito....

María dijo...

El problema es cuando vamos a un restaurante en el que VENDEN y ASEGURAN platos sin gluten y ves irregularidades. Si tu estás comprando ternera y te ponen perro, no te quejas, verdad?

Cocina para novatos en tiempos de crisis dijo...

Me ha encantado tu post. Enhorabuena. No se puede decir de otra manera. Que te importe bien poco lo que digan los demás.

Yo lo he vivido y es verdad que muchas personas (ojo, no todas!), se han subido al carro de la celiaquía o intolerancia sin nisiquiera haber ido al médico, simplemente algo les sienta mal, van a un restaurante y dicen que tienen una intolerancia. Pero no es cierto ! y montan un pollo de verguenza ajena.

A mi no me gusta la cebolla ni el ajo. Pero entiendo que hay sitios que cocinan con cebolla y ajo (me sienta mal, pero no tengo intolerancia, al menos que yo sepa). Quien en España no cocina con Ajo y cebolla: Tortilla con cebolla. Arroces con cebolla y ajo. Gambas al Ajillo ¡Pues aparto lo que no me guste! ¡o no lo pido!

Hay que usar el sentido común. Y si tienes una alergia considerable a algo ... no vayas a ese sitio, vete a otro que sepas que puedes comer.

Un fuerte abrazo y pa lante

Es lo que hay dijo...

Totalmente de acuerdo