He de admitir que siempre he sido de apoyar más la causa gala que la romana, una manía que tengo de apoyar las causas de las minorías, ya ves. Por eso siempre he sido una rendida admiradora de Astérix y Obelix y de su encantador perro Ideafix. No eran altos ni guapos, pero contaban con la impagable ayuda de Panoramix, el druida que elaboraba para ellos esa fantástica pócima, que les permitía sacar las sandalias a los romanos a golpe de efecto mandibular. Pero los romanos también tenían su formula especial, el garum. Era algo así como el ketchup del Imperio Romano porque lo utilizaban con casi todo. Elaborado con vísceras de algunos pescados, macerado con vino, vinagre, pimienta, aceite y agua, les permitía enmascarar los sabores cercanos a la putrefacción de los alimentos deteriorados.
Pero no es que se lo pusieran a todos y cada uno de los platos de su recetario, sin importar que fuera carne, pescado, verduras o legumbres, es que además ¡lo usaban como afrodisíaco! Y va más lejos el tema, las mujeres adineradas de la Roma Imperial, lo usaban como un costosísimo cosmético, ¡por que yo lo valgo!… Jo, no puedo dejar de imaginarme a las romanas, con el mismo sentido estético y sexual que la Niña de Shrek.
Aunque el uso del garum nos pueda parecer una locura, lo cierto es que el refinamiento de los romanos en cuanto a gastronomía dejo una profunda huella, como gran parte de su legado cultural. Y es gracias Marco Gavio Apicio y a su obra De Re Coquinaria, como podemos ser conscientes de lo increíblemente imaginativa y rebuscada que fue gastronomía de la época. Aperitivos como, lengua de flamenco rosa y sesos de ruiseñor o vulva de cerda rellena, son algunos de los excéntricos platos que degustaban las clases altas del Imperio. De aquellos tiempos ha transcendido la estructura de las comidas, el engorde de capones o el cebado para conseguir un gran y untoso hígado de ave, además del uso de una gran cantidad de hierbas y especias.
La revista de historia Clio, regala con su último número “El Arte de la Cocina, Recetas de la Roma Imperial” una nueva traducción del tratado de gastronomía “De Re Coquinaria”, con una fantástica introducción de Daniel Vázquez Sallés. En este libro podéis encontrar algunas de las recetas recopiladas por Apicio y algunas más, hasta un total de 481 elaboraciones, que condensan la sabiduría culinaria del Imperio Romano.
Pero no es que se lo pusieran a todos y cada uno de los platos de su recetario, sin importar que fuera carne, pescado, verduras o legumbres, es que además ¡lo usaban como afrodisíaco! Y va más lejos el tema, las mujeres adineradas de la Roma Imperial, lo usaban como un costosísimo cosmético, ¡por que yo lo valgo!… Jo, no puedo dejar de imaginarme a las romanas, con el mismo sentido estético y sexual que la Niña de Shrek.
Aunque el uso del garum nos pueda parecer una locura, lo cierto es que el refinamiento de los romanos en cuanto a gastronomía dejo una profunda huella, como gran parte de su legado cultural. Y es gracias Marco Gavio Apicio y a su obra De Re Coquinaria, como podemos ser conscientes de lo increíblemente imaginativa y rebuscada que fue gastronomía de la época. Aperitivos como, lengua de flamenco rosa y sesos de ruiseñor o vulva de cerda rellena, son algunos de los excéntricos platos que degustaban las clases altas del Imperio. De aquellos tiempos ha transcendido la estructura de las comidas, el engorde de capones o el cebado para conseguir un gran y untoso hígado de ave, además del uso de una gran cantidad de hierbas y especias.
La revista de historia Clio, regala con su último número “El Arte de la Cocina, Recetas de la Roma Imperial” una nueva traducción del tratado de gastronomía “De Re Coquinaria”, con una fantástica introducción de Daniel Vázquez Sallés. En este libro podéis encontrar algunas de las recetas recopiladas por Apicio y algunas más, hasta un total de 481 elaboraciones, que condensan la sabiduría culinaria del Imperio Romano.
6 comentarios:
jo que chivatazo!!
Y a mi que me sonaba raro eso de que mi tía se echase achicoria en las piernas como método bronceador.
Yo quiero una marmita como la de Panoramix.
;)
¿Achicoria? ¡¡¡pero en que familia me meto!!! jejeje
A lo que le doy vueltas es a ¿cómo un macerado de tripas de pescado puede ser afrodiciaco? si ya solo el olor del aliento tiene que tirar pa'tras...
Pues anda que ponérselo en la cara!!!
Me imagino la imagen, uno apestándole la boca a garum, ella toda cubierta de lo mismo y ambos dos comiendo vulva de cerda rellena!!! Yo que quieres que te diga, pero mi libido, se va tan lejos que no la encuentra ni Paco Lobatón.
la introducción de Vázquez Sallés es fabulosa. He leído el ensayo Comer con los ojos y creo que a este chico le ha llegado la hora de que dejen de conocerle como el hijo de Vázquez Montalbán, que aunque sea su hijo y seguro que orgulloso de serlo, podrían empezar ya a pasar de ponerlo en sus críticas. Espero su siguiente novela y que sea al menos igual de buena que la primera. Paso a la segunda generación.
Buscad de Jesucristo mientras pueda ser hallado. ¡Arrepientete!
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